Neil LaBute, un tipo bajo, gordo y mormón, quiso someterse a los dictados de lo estéticamente correcto. Inició un régimen alimenticio draconiano, pero acabó, malhumorado, en una hamburguesería alimentando su cuerpo y su espíritu: escribió “Fat pig”, que con un título menos gráfico, “La gorda”, llegó a las tablas del Marsano el jueves.
En estos tiempos de liftings y bisturís, LaBute, dramaturgo, guionista y realizador de cine (Wicker man, con Nicolas Cage, es su última película), taladra las conciencias con una cuestión de peso: ¿puede un hombre atractivo y con éxito enamorarse de una gorda? En la obra, la interrogante cae sobre la cabeza de Toni (Sergio Paris), un apuesto y joven ejecutivo que se enamora de la vital y feliz Helena (Mónica Torres), la gorda. Un colega y una ex novia del protagonista (Julián Legaspi y María Angélica Vega) –personajes que, como representantes de la presión social, vapulean a Toni– completan el reparto del montaje dirigido por Osvaldo Cattone.
“La gorda lleva dos años en la cartelera argentina. Función que presentan, función que agotan. Espero que la gente responda igual de bien en Lima”, sentencia Cattone.
“Cuando Toni conoce a esta mujer, se enamora y, en la intimidad, son felices. Pero cuando deben enfrentarse a los ojos del mundo, todo es diferente”, refiere Sergio Paris, quien se califica como el mayor hipócrita de la pieza. “A Toni le cuesta tanto como a la sociedad aceptar las cosas diferentes a lo que está dentro de lo establecido como lo normal”, agrega.
En tono de comedia, “La gorda” expone los complejos de la sociedad. “Esta es una obra contra la discriminación, una obra que dice que un judío se puede casar con una católica, un negro con una blanca, un hombre con un hombre”, sentencia Cattone.
No se sorprenda cuando esboce una sonrisa ante las desgracias de “la gorda” y menos cuando se retire del Marsano con deseos de cambiar los cánones de la belleza contemporánea.